18 de mayo de 2011

Las mareas que mueven el mundo.


 No se donde o a quien oí una vez decir que cada uno somos una pequeña isla , y que las relaciones que mantenemos con otras personas son puentes de arena que nos unen y desunen a merced de su formación.
Esta carta esta dedicada a todos aquellos que busquen mi isla y se extrañen por su ausencia...
" Llegó un día en el que el mundo , mi isla , se me quedó pequeño ; no pequeño de espacio o de poco número de islas que visitar . Se me quedo pequeño de esencia y de sueños.
Dejé de ver hermosas las palmeras y dejó de gustarme el sabor de sus frutos , pareciendome todos amargos ;  Dejé de coleccionar conchas y dejó de divertirme contar granos de arena entre isla e isla.
Pronto , ni la isla más hermosa , me pareció bella , solo veía los erizos y arañas que pudiesen albergar , el día mas soleado no alegraba las mañanas ni los atardeceres , las nubes no traían sus sinuosas formas de algodón que podía coger y moldear , solo sombras que todos jugamos a perseguir.
Los días de lluvia ,el fuego se apagó y antes de que pudiera correr hacia otra isla las olas cubrían los puentes y me obligaban a quedarme mojada y triste , escuchando a los peces reírse con toda la burla que sus carcajadas de simple expresión les permiten.
Pronto también , me sentí sola , incluso cuando mis amigos los delfines , cangrejos y aves me traían regalos . Y dejé de contar la arena hasta que sin darme cuenta, mientras yo miraba el mar , mi isla empezó a deshacerse y solo las palmeras lloraban de ver sus trozos caer.
Hasta que por fin , un día desperté en medio del mar , flotando con la única palmera que me quedó , gracias a la cual sigo aquí, esperando convertirme en arena y sal , para que me lleven las olas hasta vuestras islas, y poder silenciosamente formar parte de ellas , de vuestros castillos de arena ,  de vuestras húmedas huellas junto a la orilla... Y , para siempre poder brillar cada noche a la luz de la luna ,vestida de blanco y espuma , haciendo de nuevo el amor con el mar , mi querido mar... "

1 de mayo de 2011

Fuera de mi.



No vengas, te conjuro, con tus piedras;
con tu vetusto horror con tu consejo;
con tu escudo brillante con tu espejo;
con tu verdor insólito de hiedras 
En aquel árbol la torcaza es mía;
no cubras con tus gritos su canción ;
me conmueve, me llega al corazón,
repudia el marmol de tu mano fría.
Te reconozco siempre. No, no vengas.
Prometí no mirar tu aviesa cara
cada vez que lloré sola en tu avara
desolación.